El público llenó el Teatro Afundación y disfrutó con una divertida puesta en escena de esta comedia bufa por excelencia, que demuestra que es posible producir una ópera en la ciudad
“El Barbero de Sevilla” de Gioachino Rossini es una comedia de enredo que se presta a todo tipo de adaptaciones. Eugenia Corbacho estaba segura de su apuesta, aunque no quiso forzar la máquina y traerla al presente debido a que el papel asignado a la mujer protagonista, la desvalida Rosina, necesita de un hombre para salir de su prisión, algo, afortunadamente, inconcebible en la sociedad actual.
Así, esta directora de escena retrocedió —o avanzó, si tomamos como referencia el estreno de esta obra, en 1816— al año 1967, aunque que creó un ambiente donde el aire de chirigota sevillana se mezclaba con otra comedia musical, ésta de referencia del último cuarto del siglo XX: “Grease (Brillantina)” con un barbero, el barítono Carlos Daza, metido a Danny Zuko (John Travolta) y la mezzosoprano Laura Verrecchia cual Sandy Olsson (Olivia Newton-John) en su versión casta. Una puesta en escena sencilla, aparentemente, pero llena de complejidad por cuanto en los medios técnicos utilizados para dar vida a los decorados, incluidas las proyecciones audivisuales, y la introducción de coreografías.
Había ganas en Vigo de disfrutar de una ópera con todo lo que ello implica: un buen reparto, orquesta, puesta en escena, coros… Se vio con el lleno casi absoluto que presentaba el aforo del Teatro Afundación (solo quedaron libres algunas butacas de los anfiteatros) y con un público entregado desde el principio, con ansias de lucir sus mejores galas y entre los que no faltaron rostros conocidos, como el concejal Manel Fernández; la delegada de la Xunta en Vigo, Corina Porro, y el secretario xeral de Cultura, Anxo Lorenzo.
La propuesta no defraudó desde el momento en que la Orquesta Sinfónica Vigo 430 comenzó a tocar los primeros compases de su popular obertura mientras en una pantalla gigante un ojo vigilaba el aforo. Sorprendió también el intenso trabajo no solo vocal sino también actoral y de baile realizado por los miembros del Coro Rías Baixas.
El reparto estuvo a la altura de una ópera de gran dificultad técnica. Un virtuosismo vocal e interpretativo que demostraron en momentos como el divertido aria “Largo al factotum della città”, en el que Fígaro se presenta con una especie de Harley-Davidson y al más puro estilo Travolta; el aria “Ecco, ridente in cielo” con la que el conde de Almaviva, en la voz del tenor Diego Godoy, se presenta a Rosina, o el que interpretaría en el segundo acto, el célebre “Cessa di più resistere”.
Lo mismo, el resto de los intérpretes: el bajo Giulio Mastrotaro (doctor Bartolo), el bajo Jeroboam Tejera (Basilio), el coruñés, también bajo, Pedro Martínez-Tapia (Fiorello), la soprano vilagarciana Marina Penas (Berta) y, por supuesto, la italiana Laura Verrecchia. Todos, grandes voces, con una carrera internacional, que elevaron el nivel de esta propuesta.
Versión íntegra.
Fueron tres horas de espectáculo, la versión íntegra de este clásico de Rossini en dos actos. Un gran esfuerzo, producido por la asociación Amigos de la Ópera de Vigo en colaboración con el Concello, que demuestra que es posible realizar un montaje de este tipo en la ciudad y que este género tiene un importante público deseoso de más funciones.
Este Barbero de Sevilla ‘made in Vigo’ sirvió para clausurar la presente temporada de Otoño Lírico de Amigos de la Ópera.